No ocurre nada, ni bueno ni malo, si de alguna manera una no lo permite. Claro que la vida también a veces te agarra por la espalda, y te lleva y te trae antes de que puedas decir 'Pío'.
Era eso de las casualidades. Pero no me convence. Una accede y se implica, y se deja subir a la montaña rusa, porque se le canta. Fool me once, shame on you...Fool me Twice, shame on me.
Más tarde llega la descendencia con colchones de verbos. Y decir por decir. Caer en cuenta, y aceptar, o no, el asunto de los errores y las decisiones.
Se me da por empezar a descreer y empezar a entender que no se entiende mucho, o que no se entiende nada, o tal vez, que a lo sumo nos queda eso que hoy nos sabe cercano, o que hoy nos toca porque no hay otra.
Después esta lo de oro, eso firme, seguro. Amor, Vos, esas cosas.
En resumen, te tiene que importar que ahora estás acá, que podés rebuscar en los escombros el último motivo de la vida, pero que es más fácil que encuentres sólo envases vacíos; pero si seguís escarbando seguramente alguna baratija brille con el sol.
El apego perfecto empieza por pasarte la mano por la cara y explicarse a una misma, que no hay prisa, que ya lo tenemos todo.
TODO que a veces juega, el muy descarado, a que se parece a nada.
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