sábado, septiembre 22, 2007

Textito.-


Tres insignificantes puntos en el camino. Tres personas que podrían no haber existido, y entonces, nada hubiera cambiado nada.

Uno era grande, temerario, fuerte, y sin embargo dentro, muy profundo, llevaba un chiquito miedoso, que llorisqueaba para que le calienten un vaso de leche con chocolate.

El otro, simple, gris, tan común y silvestre como puedas imaginarlo. Media sonrisa, ojos pardos y sin letra. Mediocre hasta las medias.

El tercero. Imposible determinar si era ‘Él’ o ‘Ella’. Brillos, sonrisa gigante, perlas. Color, y más color. Como un gran vómito de temperas o esmalte de uñas barato.

A los tres les habían indicado que allí, paraba el bus que los llevaba a Las Vegas.

Esperaban hacía rato, respirando el polvo que levantaban los automóviles.

El grandote miraba de reojo al brilloso colorido de sexo indefinido, que se mordisqueaba un bucle. El mediocre, tenía la mirada perdida, y cargaba una valijita negra, sin gracia.

Corrió casi un cuarto de hora, hasta que cada quién se encargó a fuerza de miradas de reojo, de hacerse una imagen de los demás que aguardaban a su lado.

El dueño del único reloj en millas era el colorido ser de sexo indefinido que alcanzaba casi el metro ochenta..

Entre el grandote y el mediocre, previa pulseada de miradas, se decidió que el segundo sería quién averiguaría la hora.

11:29, según indicaba el aparatito violeta que rodeaba la muñeca de su dueño, que dejando ver su chicle fucsia, balbuceó lo consultado.

Polvo, y autos. Del bus, ni su sombra.

El temerario, de espalda inmensa, transpiraba gotas que con el sol, parecían lentejuelas deslizándose lentamente. El mediocre hacía rato que padecía de una atermia crónica, que le facilitaba estas cosas, y el maquillaje del tercero, era a prueba de balas, por tanto, el sol de esa mañana pegajosa, era cosa de chicos en cuanto a él o ella.


Ésta historia podría concluir de distintas maneras, dependiendo que tan lejos llegue la imaginación de cada uno de nosotros.

Por ejemplo podemos ver a cada uno de nuestros personajes abordando el atrasado bus, rumbo a las Vegas, dónde, el temerario conseguiría un nombre respetable a fuerza de quebrar piernas y cobrar deudas. A un par de cuadras del bar en dónde el indefinido interpretaría a la perfección el look de los años cincuenta, acompañado de una pista sobre la cual hacer playback envuelto en vestidos de satén o chifón.

El hombre gris, simplemente se quedaría dormido y despertaría en otro estado, sin la valija., que ciertamente, sería robada, en algún punto del trayecto. Bajaría a hacer una llamada por cobro revertido, de la cual desconocemos más datos, con la misma pálida expresión del comienzo.

El resto, es eso, nada o todo. Cualquier cosa, o una suma de todas las cosas posibles mientras tres insignificantes puntos aguardan al lado del camino.

No hay comentarios: