Escribo
desde la individualidad más pedorra, desde ese lugar en dónde te parás un poco
para sentir pena por vos mismo y otro poco para que te caigan las fichas y te
putees en silencio por no darte cuenta antes, que no está todo bien, que no es todo una genialidad y que tenés
huecos por todos lados y se te perdieron unas cuantas piezas y te hiciste la pelotuda.
Arriba
de la mesa tenés el rompecabezas a medio armar y hacés como si nada. Sin las piezas anda igual, que no hacen falta. Que ya está, que es así, y que
todo bien, que piola que es tu vida, sigamos para adelante, porque adelante
está todo. Y ahí vas, a dónde está todo, sin importar nada.
Y
entonces, te das cuenta que no estás moviéndote. Te estás hamacando para
adelante. Tocás con la punta de los dedos todo lo que está ahí, pero no lo alcanzas.
Preferís entretenerte con mirar para adelante convencido de que te estás
moviendo, hasta que se te corta la cadena de la hamaca y te caes. Y ahí en el
piso, medio desarmado, descubrís que estás en el mismo lugar y que no te habías
dado cuenta. Te mirás y estás golpeado y te duele todo.
Y ahí
qué hacés? Porque estás solo, porque en realidad están todos pero no están. Porque hacerse la pelotuda tiene eso. Te hacés la pelotuda con vos misma y para el mundo está todo bien.
Algunos algo ven, pero como te hacés la pelotuda, cerrás los ojos y no los ves haciendo señas cuando te quieren mostrar que hay algo que no está bien, que vos no estás bien.
Porque eso sería aceptar. Y aceptar es justamente lo que estás esquivando. Porque aceptar y asumir, es hacerse cargo. Algo no está bien, pero preferís hacerte la pelotuda.
Algunos algo ven, pero como te hacés la pelotuda, cerrás los ojos y no los ves haciendo señas cuando te quieren mostrar que hay algo que no está bien, que vos no estás bien.
Porque eso sería aceptar. Y aceptar es justamente lo que estás esquivando. Porque aceptar y asumir, es hacerse cargo. Algo no está bien, pero preferís hacerte la pelotuda.
Entonces.
Paremos la pelota.
.
.
.
.
.
.
.
Me caí.
Me miro
y tengo todo desacomodado.
Vengo
pifiando mucho en muchas cosas. Sobre todo en aceptar que no estoy bien, que
hay cosas que se me perdieron en el camino y que no supe cómo hacer para seguir
y me hice la pelotuda.
Después
de todo no soy tan genial, ni tan copada. Soy una mina que se cayó y no sabe
como levantarse.
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