Desde que tengo memoria el 24 de marzo era un momento de reflexión. Tuve la suerte, o como le quieras decir de criarme con una mamá, que me explicó lo que pasó sin mentirme, acompañándome en eso de procesar todo lo que pasó. De muy chica, me mostraba pelis, me contaba su experiencia. Mi vieja era chica, es del 64' por lo tanto en el 76' tenía 12 años. Pero a pesar de eso, y de vivir en una casa peronista, vivió las cosas filtradas por el cuidado de una madre que no quería que se metan en nada. Mi abuela vivió el bombardeo del 55', y otras cosas que pasaron en esa época y que añoro en recuerdos de la militancia de mi abuela. Que a pesar de tener un marido que no acompañaba esas cosas, la dejaba ser.
No sé, o si sé. O no.
El golpe, los desaparecidos, los milicos, las torturas, la ESMA, las abuelas y madres de plaza de mayo, las racias, los chicos apropiados, son cosas de las cuales sé y de las que me hablaron desde siempre.
En alguna época, de muy chica me daba miedo pensar en esas cosas, eran material noble para miles de pesadillas. Yo siempre recordando todo lo que sueño, me la pasaba pensando en eso. Porque al igual que ahora, no me dan miedo los monstruos o los demonios de fantasía. Me dan miedo los malditos reales, los malos que te cruzás en la calle.
Durante mucho tiempo en los 90', antes del final de la ley de obediencia debida y punto final, pensaba en esas cosas. Esas personas se podían tomar el colectivo con nosotros, podían ser el abuelo milico retirado de un compañerito de escuela, el tipo que hacía la cola en el banco adelante nuestro. Eso me aterraba, y me daba bronca. Todos podían ser 'los malos' de esa historia. Las leyes de la impunidad de Alfonsín, junto con los indultos del innombrable, los dejaban ser y para mi, eso era inconcebible.
Cuando Néstor en el 2003, veto esas putas leyes, festejé, aplaudí y me sentí, mejor. Viviendo en un país menos injusto.
Igual este post no era para esto. No.
Era para decirte que no solo me siento bien por eso, que ya me hiso bien hace mucho. Sino que hoy, cuando fui a La Plaza, concocí gente a la que me estoy acercando de a poco, salté, canté, tomé mate, unas birras más tarde. Y fuí feliz. Que pelotuda importante. Darme el lujo de sentirme feliz hoy. Pero fué así. Queda mucho por hacer, muchas cosas por las que seguir luchando, es cierto.
Pero mis pesadillas no son lo que eran, y no es porque las haya superado, porque ahora soy una nena grande. Es porque la justicia, la verdad y la memoria inevitablemente, más rápido o más lento, construyen un País mas justo, una Patria en dónde me voy a soñar otros sueños.
2 comentarios:
que lindo lo que escribiste, y que lindo que te puedas sentir feliz, es el pricipio
te dejo un abrazo
Gracias. Te mando otro abrazo!
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