viernes, abril 20, 2012

15


La pobre cumple quince y esta destinando las últimas horas de su inocencia a exponerse al ridículo, como una última mueca desenfadada.
Posa con un miriñaque rosa y el pelo lleno de rulos tapizados de brillo y spray. Alguna tía la asiste con un abanico también rosa. Casi todo es rosa ese día.
La nena mujer es un pastel rechoncho con flores en el pelo, más disfrazada que elegante, más gastronómica que atractiva, más semáforo que estrella en el cielo.
Un absurdo convertido en ritual de iniciación, con souvenirs, carnaval carioca, volados y brillitos, exclusivo para señoritas.
El video y el maquillaje; el auto con moño y las fotos; el vals y los pies hinchados por los tacos estrenados ese día. Una forma de olvidar la forma, un ritual que simula a la mujer, la princesa de los cuentos de hadas, la muñeca Barbie, la reina del carnaval y la virgen María. Todas juntas y en tonos rosa pastel.
Los beneficios de la desfloración simbólica no se perciben enseguida, aunque las capas de base y rubor logran ocultar los granos típicos de esa edad, Malena, sabe que en el fondo solo hay fuego.
Fuego que en su cabeza y en su mano que aprieta la caja de fósforos por debajo de la mesa.
Odia el rosa, su padre es un hipócrita, sus tías se odian pero se abrazan para la foto, su madre, la hace mentir. Fuego. No la conocen, no la escuchan. Fuego.
Se para y camina entre los tules rosas que cuelgan del techo. Se pierde más allá de la barra libre y el discjockey. Se arranca un par de volados del vestido y los arroja al suelo; prende un fósforo y lo tira sobre la maraña rosa de tela. Prende, se ilumina, se retuerce. Prende otro fósforo y lo acerca al tul colgante, también prende, incluso más rápido que los volados.
Enciende otro fósforo, y otro, y otro, y cada tul es ahora una lengua de fuego suspendida de la que caen gotas de tela en llamas.
Escucha los gritos, pero sigue sin pausa prendiendo fósforos, telas, y adornos.
Tose. El humo negro le  mancha la cara y la adormece. Se sienta, acurrucada, se duerme, el fuego la alcanza.

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